Jamás he visto a un hombre perezoso;
sé de un a quien nunca vi correr,
y sé de otro que a veces dormía
entre el almuerzo y la cena
y que se quedaba en casa cuando llovía
pero no era perezoso.
Antes de llamarme loca,
piensa un momento:
¿Era perezoso o
sólo hacía cosas que considerábamos
“de perezoso”?
Jamás vi a un niño tonto;
vi a uno que a veces Sigue leyendo